REGALAME NO SER CÓMPLICE

Ayer, en el tsunami de información y notas por el Día Internacional de la Mujer, hubo un spot realizado conjuntamente por hombres y mujeres del IUPA (Instituto Universitario de las Artes) que se destacó por su enfoque.

Lo interesante del Día de La Mujer es que surge para conmemorar el asesinato de las mujeres de una fábrica ante su reclamo de mejoras en sus condiciones laborales en Estados Unidos. De ahí en más, cada año, la idea es revelarnos respuestas sobre por qué pasa lo que pasa con, por ejemplo, 60 asesinatos de mujeres en Argentina ante la violencia machista desde enero hasta marzo. Y así, ir transformándonos en una sociedad de géneros iguales, diversa y libre.

Lo interesante de este video es que visibiliza el sexismo. Esa trama social de complicidad entre los medios de comunicación masivos, las instituciones como la policía y el poder judicial. Porque todos ellos tienen en común de que cargan de estereotipos negativos a las mujeres por el sólo hecho de ser mujeres y por ende, así como nuestras sociedades modernas fueron configuradas por el racismo, también fueron constituidas por el sexismo, concluyeron los análisis feministas radicales.

Es que por el sólo hecho de ser mujeres, no nos puede gustar mucho salir a bailar porque entonces se habilita que nos maten.

Por el sólo hecho de ser mujeres, no podemos denunciar que un hombre nos maltrata porque entonces somos unas exageradas y se habilita la complicidad machista en las comisarías.

Por el sólo hecho de ser feminizadas, no podemos denunciar en la fiscalía porque a la víctima la encierran dándole un botón antipánico en vez de colocarle una tobillera al violento. A la mujer la controlan, al hombre no.

En esta actualidad, en donde escuchamos que las mujeres ya son iguales al hombre, y que por eso el feminismo ya no tiene que existir, que si seguimos “rompiendo las pelotas” es porque somos unas “feminazis”, seguimos viendo todos los días que, ante los casos de violencia de género, nos siguen estigmatizando por bailar, por denunciar y por habitar los espacios. Nos siguen prohibiendo ser libres.

Desde los años ´70 que el Movimiento de Mujeres viene denunciando al sexismo como un entramado cultural que nos coarta y por eso se propuso visibilizar que lo personal es político. Quitó el velo de naturalización que cubría la esfera privada e hizo foco en las violencias invisibilizadas del sistema patriarcal denotando su carácter construido, cultural.

Los Organismos Internacionales escucharon el eco de las demandas del feminismo y por eso la ONU, declaró en 1975, al 08 de marzo como el día internacional de la mujer y casi 20 años después, en 1995, la plataforma y declaración de Beijing estableció la agenda para la materialización de los derechos de las mujeres. Documento que fue avalado y firmado por 189 países, un hecho inédito hasta ese momento.

Hace casi 30 años que aún no puede conseguirse que los medios de comunicación no nos estigmaticen, que las instituciones policiales y las judiciales implementen mecanismos de unificación en sus sistemas para proteger a las mujeres víctimas de violencia de género.

Si después de todos estos años aún no podemos ni siquiera sentirnos en libertad de transitar, de denunciar ni de vivir, es porque hay una complicidad patriarcal en todas estas instituciones. Y eso es el patriarcado, no es una entidad éterea como Dios. Son hombres, (y mujeres también), que habitan espacios de poder social y cultural, con prejuicios y mandatos que oprimen a un género por sobre otro por el sólo hecho de haber nacido con vulva, que oprimen a las minorías que son mayoría, si sumamos a las mujeres + el colectivo LGBTQ+.

Y la complicidad, esa característica que tanto daño sigue haciendo, cuando decide mostrar la cara y la biografía de las victimas ante que la de los violentos, se termina implementando la perspectiva de género en todo este entramado cultural y social.

Pero por, sobre todo, la complicidad se termina con voluntad: política, social e individual. Por eso, en vez de flores, bombones o “feliz día”, regálanos No Ser Cómplice.