Florencia Castro tiene 29 años y un proyecto que nació como un experimento y se convirtió en identidad: Prueba Piloto Disegno. Nació en su colección final de carrera, con quince prendas que exploraban tres ejes: punk, reciclaje y agénero. “Prueba Piloto… es la primera prueba de mi proyecto, para ver cómo se iba gestando y cómo lo recibían las demás personas”, recuerda. Ese nombre, que surgió de una conversación con su pareja, resume la curiosidad que atraviesa todo su trabajo: probar, equivocarse, aprender y avanzar.
El punk, en su propuesta, es tanto estética como actitud. “La crisis política que comenzamos a atravesar cuando estaba por recibirme… me llevó a volver al punk y a sus ideales”, dice. Pero el punk no llega solo: llega junto a la reflexión sobre el fast fashion, la apertura de importaciones y la necesidad de crear con materiales reciclados y producción lenta. “Producir de una forma mucho más lenta a la que nos tiene acostumbrados el mercado es una manera de resistir”, asegura.
Florencia piensa la ropa como una extensión del cuerpo y de la libertad de quien la viste. “Trato de que ninguna de las técnicas textiles tenga una repercusión negativa… me pruebo la prenda o la pruebo en alguien cercano para ver el calce y el movimiento”, explica. La comodidad no se negocia; la estética se construye a partir de ella.
Sus materiales elegidos son el denim y la gabardina, con un alto porcentaje de algodón, para que cada prenda tenga durabilidad y calidad. La serigrafía, un recurso familiar de la mano de su hermano, es uno de los pilares de su identidad: “Desde la colección final de la carrera comencé a utilizar la serigrafía en mis diseños de la mano de él”. Cada estampa, cada mancha de lavandina, cada rotura y tabla es parte de un proceso cuidadoso y consciente.
El punk, para Florencia, sigue siendo un espacio de rebeldía. No solo estética, también política: desafiar la velocidad de la moda, la homogeneización de cuerpos y estilos, y habitar un espacio creativo propio. “Jugar con esta estética es romper un poco con todo lo que nos vienen a imponer… habitar el mundo de la moda lenta, de lo hecho a mano, es habitar un espacio de rebeldía ante el mundo del fast fashion y del capitalismo atroz que nos impulsa a consumir sin pensar un segundo en nuestras necesidades”, reflexiona. Sus prendas cuestionan los cuerpos hegemónicos, estilos impuestos y al mismo tiempo invitan a habitar la moda con libertad.
La comunidad que se genera alrededor de Prueba Piloto va más allá de Tucumán. Buenos Aires, Río Negro y otras provincias reciben sus piezas; cada venta es también un intercambio: “Me encanta conversar con quienes realizan compras o pedidos personalizados… es un lindo intercambio que se genera”, dice, y en esas palabras se percibe la dimensión humana de su proyecto.
El proceso creativo de Florencia es meticuloso y artesanal: primero elige las prendas o textiles que intervendrá, luego decide colores, técnicas, roturas, manchas y estampas; finalmente, remata cada detalle con ojalillos, tachas y botones. “Mi proceso creativo va desde la elección de las prendas que van a ser intervenidas… hasta los detalles finales como colocar ojalillos, tachas, botones, etc.”
Si Vivienne Westwood reinventó el punk para mostrar que la moda podía ser subversiva, Florencia Castro lo hace desde el norte argentino: interviene, desafía y construye pequeñas revoluciones textiles. Cada prenda es un gesto, cada elección un manifiesto, y cada diseño, un recordatorio de que el vestir puede hacerse desde la rebeldía. Su moda es diálogo, comunidad y libertad; su proyecto es prueba, error y acierto, y cada prenda que sale de Prueba Piloto lleva consigo la voz de quien la imagina y l
a transforma en acto.





