La historia de la moda argentina está hecha también de lo que quedó afuera. Prácticas que no encajaron del todo en el arte ni en la moda, nombres borrados del relato oficial, escenas que sobrevivieron en archivos dispersos. Desde ahí parte el trabajo de Daniela Lucena en ¿Por qué son tan geniales?, un libro que propone mirar el vestir como un espacio de pensamiento, creación y vínculo social.
El título, más que una pregunta provocadora, tiene raíces en una acción concreta de los años sesenta. En 1965, los artistas Edgardo Giménez, Dalila Puzzovio y Carlos “Charlie” Squirru ocuparon un enorme cartel publicitario en la esquina de Florida y Viamonte en Buenos Aires con sus retratos y la leyenda “¿Por qué son tan geniales?”. La intervención —emulando la estética de la publicidad de cine y cultura de masas— rompió con los códigos tradicionales del arte y llevó la escena al espacio urbano, cuestionando qué lugar tienen los artistas en la sociedad y cómo circula la creatividad fuera de los circuitos institucionales.
Para Lucena, esa frase es un hilo vital dentro de su investigación: “¿Por qué son tan geniales? invita a leer de nuevo escenas y gestos que quedaron por fuera porque no encajaban en las disciplinas”, me explica. La genialidad, en este recorrido, no aparece como atributo individual, sino como construcción colectiva: “Tiene que ver con colaboraciones, redes afectivas y modos de hacer que sostienen las prácticas en el tiempo”.
Uno de los rescates más significativos del libro es la historia de Tana Sach, artista textil activa en los años sesenta. Llegó a la Argentina siendo bebé, hija de refugiados alemanes, aprendió el oficio desde muy chica y se formó en arte en Alemania. “Es una artista maravillosa que no es tan conocida y, sin embargo, tuvo un rol central”, señala Lucena. En pleno auge del batik y la psicodelia, Sach volvió a Buenos Aires con una técnica experimental que se integró rápidamente a la escena local. Produjo piezas únicas, formó a otras mujeres y fue cofundadora del Centro Argentino de Arte Textil, dejando una marca profunda en el desarrollo del arte textil argentino.

A lo largo del libro aparece con fuerza otra idea que atraviesa distintas décadas: la creatividad nacida en contextos adversos. “No quiero romantizar la precariedad —aclara Lucena—, sería mucho mejor tener recursos. Pero muchas veces la falta de medios no bloquea la creatividad, sino que la potencia.” Talleres improvisados, materiales recuperados y producción artesanal se repiten como estrategias frente a la escasez, la censura o la inestabilidad económica.
Esa dimensión política del vestir se vuelve especialmente visible en los años ochenta. En plena transición democrática, el cuerpo vestido se convirtió en un territorio de resistencia. “Fue una interrupción de la norma —dice—, una forma de ocupar el espacio público desde el exceso, la ambigüedad y el artificio”. Estéticas contraculturales, prácticas travestis y prendas de segunda mano construyeron un lenguaje alternativo frente a la homogeneidad impuesta por la dictadura.
Lejos de pensar la moda argentina como una copia de los grandes centros del diseño, Lucena propone leerla como un diálogo activo y propio. “Argentina entra en esa conversación internacional con su propio lenguaje”, afirma. La distancia con París o Nueva York no aparece como un límite, sino como una posibilidad para crear desde la periferia propuestas singulares, atravesadas por el arte, la música y la cultura popular.
Para quienes se acerquen al libro sin formación previa en moda, Lucena espera un descubrimiento clave: que muchos de los cruces que solemos asociar a Europa o Estados Unidos también ocurrieron acá. “Hubo artistas que diseñaban ropa, diseñadores que trabajaban como artistas, textiles experimentales, cuerpos pensados como herramienta crítica”, señala. El libro no busca cerrar una historia, sino abrirla, invitando a seguir investigando y a ampliar el mapa creativo de cada ciudad del país.
¿Por qué son tan geniales? demuestra que la moda argentina fue —y sigue siendo— un espacio de creación colectiva, política y afectiva que merece ser leído, contado y pensado desde los márgenes hacia el centro.










