Gracias al feminismo, sabemos que la violencia machista existe, es ejercida, y reproducida en su mayoría por hombres hacia mujeres, en un sistema patriarcal que avala, legitima y perpetúa sentidos y prácticas al momento de vincularnos, pero, sobre todo, estos modos se activan de forma diferencial y selectiva en perjuicio de nosotras, al momento de acceder a la justicia.
También sabemos, citando a Simone de Beauvoir que el opresor, no sería tan efectivo sino hubiese cómplices entre los oprimidos. Qué haya mujeres dentro del sistema, en cargos de dirección y dentro de la estructura judicial, no implica necesariamente que las mujeres estemos en condiciones de igualdad frente al hombre, ni que las mujeres no reproduzcan ni perpetúen, los roles y estereotipos de género.
Este 2022, en el juicio que comenzó a mediados de abril en Estados Unidos, donde Johnny Deep acusó por difamación a su ex esposa Amber Heard, por un artículo de opinión publicado en el 2018 en el Washington Post, desde el feminismo nos hicimos algunas preguntas:
Este juicio que expone la relación de pareja violenta de blancos famosos y privilegiados, ¿es representativa dentro del Movimiento de Mujeres?, pero adentrándonos en el proceso judicial ¿Fue una decisión justa para Amber Heard que se admitiese la transmisión en vivo del juicio? ¿Fue justo que el jurado popular estuviese conformado por mayoría de hombres (5) y sólo 2 mujeres?
Lo cierto es que el juicio terminó dando la razón al actor, pero desde un principio comenzamos a ver contradicciones en las acciones de Amber Heard que le fueron quitando el apoyo que en un principio supo sumar, cuando en el apogeo del movimiento #MeToo ella expuso su “supuesto caso de violencia doméstica”. Y digo, “supuesto”, porque durante el juicio se comprobó con múltiples evidencias que mintió y manipuló la información, los medios de comunicación y el #MeToo, a su favor.
Durante el juicio, la actriz no sólo estuvo lejos de ser la víctima perfecta, con sus expresiones sobreactuadas, sus relatos desgarradores que se anulaban instantes después con evidencia contraria, o con su incapacidad de llorar, por más muecas y expresión de dolor que hiciese; sino que además se comprobó fehacientemente que falsificó fotos, aplicando photoshop para simular moretones. Se evidenció que abusó verbal, psicológica y físicamente de su asesora, de su hermana, ex parejas, y por supuesto del mismísimo Johnny Deep, que la escalada de violencia fue subiendo, desde insultos, hasta cortarle un dedo y apagarle cigarrillos en la cara.
Johnny Deep por su parte, siempre obtuvo testimonios de apoyo constante de sus ex parejas y de todos y cada uno de los testigos que pasaron por el juicio, a excepción de la hermana de la actriz, que testificó en su contra.
Amber Heard no sólo no tiene nada que ver con el feminismo, sino que es una opresora que no puede justificársela como “la victima imperfecta” (por no actuar como se espera que una víctima actúe). Es tan perversa cómo inteligente al posicionarse como víctima en el apogeo del #MeToo para vengarse porque Johnny Deep le solicitó el divorcio. Algo que ella, vivió como una traición imperdonable, probablemente, como se mostró en el juicio, debido a sus trastornos de personalidad (Borderline, narcisismo y Trastorno histriónico de la personalidad).
Por todo esto es necesario que volvamos al principio. Durante las primeras semanas de este juicio, a la mayoría nos llamó la atención que Amber Heard copiaba la vestimenta que Johnny vestía el día anterior. Si el actor lucía un traje gris claro, ella al otro día vestía exactamente igual. El mismo fenómeno se repitió en varias ocasiones, la más notable fue cuando Deep lució una corbata Gucci adornada por un detalle dorado en forma de abeja en el centro. Luego, era ella quién vestía con el mismo complemento.
Su estrategia era clara, cuando fueron pareja, en muchas ocasiones asistían a eventos vestidos de manera similar y buscaban todo el tiempo cruzarse miradas mientras eran entrevistados, cómo un juego. Otra estrategia que se expuso fue la de “cognición investida”, en la que la actriz al copiar el vestir igual que su ex pareja, estaría enviándole mensajes de lealtad y pertenencia a la misma tribu. Además, durante el juicio, buscaba constantemente hacer contacto visual con el actor ¿Qué clase de víctima de violencia doméstica quiere sentirse identificada con su agresor o agresora? Simple. La que no lo es.
¿Este caso tal vez muestra el principio del fin del feminismo? Simplemente no. De la misma manera en que Amber Heard nunca fue ni será referente de la violencia doméstica en el mundo contemporáneo. Quedó demostrado que ella fue la agresora y Johnny Deep fue víctima de violencia doméstica.
Este juicio sirvió acaso también para develarnos sobre aquellas mujeres que, diciéndose feministas, defienden a una mujer sólo porque es políticamente correcto. Una mujer abusadora y violenta que, aprovechándose de sus privilegios, buscó sacar provecho de un movimiento con fines meramente individuales no tiene nada que ver con el feminismo, en donde a las mujeres que lo conformamos, nos atraviesan las múltiples opresiones y nos movilizan las injusticias.