La pandemia pasada fue uno de los escenarios propicios para evidenciar que eso que llamamos humor puede bien ser violencia solapada, directa, que estalla como bomba en el interior de quienes soportan ese estilo tan grotesco e ignorante de hacer chistes.

Muchas veces siento que no se puede esperar de la hegemonía, más que sus patadas al pecho de las diferencias, las disidencias y las divergencias.

 Sin embargo, muchas personas gordas que conozco, hacen, publican y defienden los «chistes» sobre gordura o engordar. Lo que en principio me enojaba, luego me entristeció ya que noté que la autoagresión como modo de defensa, es lo que subyace en este pseudo humor.

«Me río de mi gordura porque asumo que ser gorde o engordar es un chiste, una burla». Sabemos que siempre hemos sido carne de cañón para bromas burdas, chabacanas, hirientes, grotescas y entonces, nos reímos/burlamos de nosotres antes de que les otres se lo hagan, Admitimos ser les bufones de la hegemonía solo para no morir en el intento de exigir el trato digno que merecemos.

¿Entienden por qué entonces no debemos defender el humor gordofobico?, porque no sólo estamos sosteniendo lo más rancio de la cultura capitalista, sino que además somos parte de la agresión pasiva que padecen las personas con bulimia y anorexia y lo peor de todos, nos agredimos a nosotres mismes en nombre del humor para lograr la aceptación y gracia de la gente hegemónica.

 Sé que suena antipático, pero no, no podemos reírnos de todo, no podemos reírnos de lo que a otres les duele, les caracteriza o les identifica.

“TU GORDOODIO NO DA RISA NI EXCITA NI ENTRETIENE NI DIVIERTE NI APORTA”

No.