Hay marcas que nacen de una idea y otras que nacen de una emoción. Flash Cósmico pertenece a ese segundo grupo: no es solo una etiqueta ni una línea de diseño, es un mapa afectivo, una forma de traducir lo invisible en forma, de contener lo íntimo en una superficie compartida.
Detrás del proyecto están Mica y Sofi, hermanas, diseñadoras y cómplices de una búsqueda estética y emocional. Lo que empezó como una línea de ropa con prints propios, bordados y detalles minuciosos, fue transformándose —como ellas mismas— hasta encontrar en el pañuelo un nuevo soporte: más versátil, más poético, más libre.
“El pañuelo nos daba otra libertad”, dicen. Y ahí empezó todo: una colección de estampas que funcionan como cuadros, como sueños ilustrados, como pequeños manifiestos personales que se anudan al cuello o a la muñeca, pero también a los recuerdos y a la emoción de quien los lleva. «Hay pañuelos que nacen de un recuerdo preciso —como el patio de nuestra abuela, sus plantas, el mate—, y otros que vienen de imágenes más etéreas, como un sueño, un deseo o una emoción difícil de nombrar.»
Estampar desde el alma
Cada pañuelo de Flash Cósmico es el resultado de un proceso lleno de palabras, referencias, dibujos a mano y charlas entre hermanas. Las colecciones tienen un hilo conductor, una narrativa que las enlaza como escenas de una misma película íntima. Hay paisajes oníricos, gestos cotidianos, símbolos flotantes. Nada es literal, pero todo vibra.
“Diseñar cada pañuelo es también una forma de autoconocimiento”, cuentan. La exploración visual es cambiante, pero la constante está en el deseo de traducir lo intangible: un recuerdo de infancia, una emoción sin nombre, una idea que pulsa. El pañuelo no impone sentido, lo sugiere; invita a imaginar, a completar la historia con el cuerpo que lo habita.
Pañuelos en frascos: conservar lo valioso
Si cada pieza es un pequeño tesoro, ¿por qué no guardarla como tal? Así surgió una de las decisiones más bellas del proyecto: entregar los pañuelos en frascos de vidrio reutilizados. Como los de mermelada, como los de la infancia. Son contenedores de recuerdos, pero también objetos con segunda vida: pueden convertirse en florero, portalápices o en lo que cada quien necesite conservar.
“El frasco no solo conserva el objeto, conserva el gesto, el mensaje, el deseo de atesorar algo.” Junto al pañuelo, un #ManifiestoCósmico: pequeñas frases-oráculo para acompañar el día a día. “¿Qué quisiéramos conservar del mundo?” es la pregunta que guía toda la experiencia Flash. Y la respuesta parece estar en esos detalles donde lo artesanal, lo emocional y lo estético se abrazan.
Un diseño que se juega en comunidad
El público de Flash Cósmico es amplio, sin género ni edad. Es que el pañuelo, con su versatilidad, se adapta a todos los cuerpos y estilos. Así lo pensaron desde el principio, y así lo demuestran en sus campañas, donde invitan a sus propios seguidores a ser modelos. La idea no es idealizar, sino celebrar la autenticidad: cada cuerpx con su historia, cada mirada con su emoción. Flash es más que una marca: es una comunidad tejida de a poco, con palabras, con diseño, con encuentros. Y eso se nota.
Talleres para niñes (y no tanto)
Otra pata fundamental del proyecto son los talleres, tanto para niñes como para adultes. Allí, Mica y Sofi enseñan a estampar pañuelos propios, desde lo técnico hasta lo simbólico. Pero más que un taller, es un espacio de libertad: para equivocarse, para inventar, para decir cosas sin palabras.
“El diseño como forma de decir, de imaginar, de habitar un mundo propio.” Los niñes sin filtros, les devuelven una forma más genuina de crear. Y en ese intercambio, siempre son ellas quienes más aprenden. «El taller con niñes es también una forma de sembrar: sembrar amor por lo hecho a mano, respeto por el proceso, cuidado por los materiales. Es una extensión natural de Flash Cósmico, porque sigue hablando de lo simbólico, lo sensible, lo personal… solo que con manos más pequeñas y miradas más salvajes.»
Lo local, lo artesanal, lo consciente
Cada pañuelo es diseñado y estampado por ellas, y cosido por su mamá. Trabajan con materiales nobles, proveedores locales y procesos lentos. Reutilizan desechos, aprovechan retazos, y diseñan en baja escala, lejos de la lógica del fast fashion. No siguen tendencias: siguen su deseo.
Durante la pandemia enfrentaron uno de sus mayores desafíos, cuando el modelo de venta mayorista parecía tensionar su forma de hacer. Pero eligieron mantener su identidad: ofrecer pocas unidades, seguir con los frascos, y priorizar el vínculo con quienes entienden su esencia.
Ser emprendedoras desde una ciudad del interior también implica moverse con otras lógicas. Ellas lo tienen claro: menos visibilidad, pero más comunidad. Menos recursos, pero más autenticidad.
Hacer con sentido
«En el futuro de Flash Cósmico hay muchos sueños, pero uno de los más importantes es seguir profundizando en la calidad de los materiales. Queremos que cada pañuelo no solo emocione por su diseño o su historia, sino también por cómo se siente en el cuerpo: su textura, su caída, su durabilidad.» Ser parte de Flash Cósmico es más que diseñar: es ser productoras, comunicadoras, maestras, hermanas. Es sostener una idea a muchas manos y con todo el cuerpo. Es confiar en que lo que nace desde lo profundo, llega.
«Más allá de cualquier expansión, eso es lo que queremos seguir cuidando: la hermandad como motor, el diseño como forma de expresión profunda, y el hacer con amor como forma de vida. No soñamos con hacer miles, soñamos con hacer mejor. Con hacer más bello, más humano, más propio.» Y eso, tal vez, sea lo más revolucionario en un mundo que corre: hacer con tiempo, con vínculo, con amor.
