Hablar de estilo personal incluye sin dudas nuestros gustos, ideales, la vida diaria…nuestro contexto. Y he aquí el quid de la cuestión. Estamos atravesando una situación, creo que nunca antes vivida, al menos en el mundo contemporáneo de éstos últimos 20 años.
La pandemia del Covid_19 nos puso en una pausa obligada a todxs; nos hizo poner un freno al trajín del día a día, nos hizo parar y volver a estar en casa, pero a estar de verdad…no sólo de pasada para comer y dormir.
Sin dudas se avecinan cambios importantes, entre ellos, el vestir, el cubrirnos el cuerpo con ropa. Pero no cualquier ropa sino ropa cómoda, ropa de entrecasa, ropa para sentirnos bien. Y de acá surgen muchos disparadores; el principal es el hecho de que por qué tengo que vestir con ciertas normas establecidas como el usar ropa interior que incomode, comprima, raspe, deje marcas en el cuerpo.
El estilo tiene que ver con eso, con vestirse como a unx le guste más allá de la moda, las tendencias. Si hablamos de que está surgiendo una resignificación de los espacios, del tiempo…también va a surgir (en breve seguramente, sino surgió ya), una resignificación muy importante sobre el vestir y la ropa que usamos a diario. Va a ser un proceso de aprendizaje y/o va a nacer de manera espontánea. Es un pensamiento de lo que queremos sobre el gran cambio de vida que se viene: qué salud queremos, qué tipo de países queremos, qué tipo de costumbres queremos.
Nada ni nadie queda exento de la situación actual y la moda, la ropa en sí no será la excepción. Se va sentir ese cambio y sobre todo el cambio desde la experiencia generando otras nuevas; En el comprar, en el usar, el cómo usar; seguramente también veremos textiles inteligentes que sean más nobles con nuestro cuerpo. Las posibilidades son infinitas.
Lo que creo que queda claro es que va a nacer un nuevo sentido y valor del vestir cotidiano, y estará marcado sin dudas, por la premisa de sentirnos cómodos con lo que llevamos puestos y con lo que eso nos hace sentir y ser.