El traje no brillaba. No tenía hombreras, ni capa, ni inicial en el pecho. Era opaco, improvisado, casero. Y, sin embargo, era un traje de héroe. En «El Eternauta», la historieta de Oesterheld y Solano López, el verdadero superpoder era la organización colectiva, y el traje, ese conjunto de guantes, máscara y abrigo, no hace más que recordarlo.

Publicada por entregas en 1957, El Eternauta se convirtió en un clásico argentino de la historieta, una alegoría sobre resistencia, el cuerpo y la memoria colectiva. su autor, Hector Germán Oesterheld, fue secuestrado y desaparecido por la última dictadura civico-militar en 1977, junto con sus cuatro hijas- dos de ellas embarazadas- y a sus yernos.

Décadas después, ese traje vuelve a tomar forma en la serie de Netflix protagonizada por Ricardo Darín. La directora de vestuario Patricia Conta se enfrenta al desafío de reimaginarlo sin perder su esencia. ¿Cómo vestir a un personaje que ya es un símbolo, pero que necesita ser creíble en otro tiempo y contexto?

 

El resultado es un traje cuya función no es lucirse, sino defenderse. Que no pretende ser moderno, sino fiel al espíritu de la resistencia. El vestuario no solo cubre, sino que protege y reafirma una identidad, una memoria colectiva.

Inspirándose en ropa de trabajo y elementos cotidianos, alejándose de cualquier estética glamorosa, el traje es sencillo, sin adornos, pero cargado de significado. Un atuendo para un héroe que no tiene súper fuerza, tiene barrio. Tiene miedo. Y tiene al otro.

El trabajo fue realizado junto al artista visual Nicolás Brondo, cordobés, que aportó sus trazos a la serie, y con Valentín Consentino, quien estuvo a cargo de realizar la emblemática máscara del Eternauta. Cada detalle suma al mundo postapocalíptico, pero profundamente argentino que propone la ficción.

El Eternauta nunca fue solo ciencia ficción. La historieta nació en un país convulsionado, fue escrita por un autor que sería desaparecido por la dictadura, y narraba desde la metáfora lo que tantos cuerpos vivían como realidad. La obra refleja el contexto político de su época, donde la represión y la censura eran comunes, lo que ha llevado a múltiples interpretaciones. Hoy, vuelve con fuerza en un contexto donde vestirse también puede ser un acto político.

Mientras Hollywood viste héroes con armaduras brillantes, acá un hombre común se cubre con lo que encuentra. No hay efectos especiales: hay vecinos, hay frío, hay miedo. Y, aun así, se sale a la calle.

En la serie no sólo se diseña vestuario: se narra con tela. Se construye un personaje que, aún sin palabras, dice todo sobre quién es y de dónde viene. Porque en la tormenta mortal, hay algo que todavía nos puede salvar: la memoria, la organización, y sí… también el vestuario.

En un país donde vestirse muchas veces fue una forma de marcar de qué lado se está, el traje del Eternauta no es solo una reconstrucción visual ni un gesto nostálgico. Es una advertencia. Y también una pregunta: ¿qué estamos haciendo hoy, colectivamente, para cubrirnos frente a lo que nos cae?

 

Fotos: Instagram Patricia Conta

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