Cuando Gucci anuncia un nuevo capítulo bajo la dirección creativa de Demna, la expectativa se dispara. Su pasado en Balenciaga nos acostumbró a lo provocador: campañas que incomodaban, discursos sobre el lujo que desafiaban lo establecido, una mirada que agitaba más de lo que complacía. Y, sin embargo, su debut en Gucci se siente contenido.

Para este estreno, la marca convocó a Catherine Opie, fotógrafa estadounidense nacida en 1961, una de las voces más relevantes de la fotografía contemporánea. Opie ha dedicado décadas a retratar cuerpos y comunidades que el mundo a menudo ignora: la escena queer y leather de Los Ángeles y San Francisco, cuerpos tatuados, perforados, en drag o BDSM, siempre con la solemnidad de un retrato clásico. Su trabajo transforma lo marginal en historia y lo cotidiano en iconografía, haciendo que cada sujeto fotografiado importe.

Opie ya había trabajado con Gucci en la campaña otoño-invierno 2025, dentro de la serie “Gucci Portrait”, donde retrató a 42 personas de distintas generaciones y orígenes. Allí, las poses, miradas y gestos construían un relato colectivo, casi coral, que celebraba la diversidad y la pertenencia. Esa colaboración parecía abrir la puerta a un diálogo más arriesgado entre la moda y la mirada crítica de la fotógrafa.

 

Opie también ha documentado paisajes urbanos, autopistas vacías, casas anónimas y hasta instituciones como el Congreso de EE. UU., mostrando que la identidad no solo se habita, también se inscribe en el espacio que ocupamos. Su mirada es frontal, rigurosa y profundamente política: invita a cuestionar quiénes somos, cómo nos mostramos y cómo nos etiquetan.

Y es en este punto donde me surge la tensión. Convocar a Catherine Opie prometía un debut arriesgado, un gesto que podía problematizar el concepto de familia, comunidad y pertenencia en la moda. Pero lo que vemos es un lookbook titulado “La Famiglia”, con retratos que más etiquetan que liberan. Esa contención sorprende: la fotógrafa que entiende de subversión y cuerpos disidentes se ve reducida a un registro seguro, un catálogo de estilo.

Queda la pregunta flotando: ¿Demna se juega de a poco en Gucci, midiendo riesgos y expectativas, o este será el tono que marque toda su etapa al frente de la marca? Lo que queda claro es que la tensión entre el riesgo creativo y la contención visual hace que este debut sea más interesante de lo que parece a simple vista. Por algo fue de lo que más se habló en las redes sociales.

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